viernes, 18 de enero de 2013

Crónicas de Santo Tomé - Cap. 10 - Última noche en Santo Tomé y Príncipe

Hoy me dispongo a terminar por fin mis aventuras saotomenses. El último día en Sao Tomé como ya os conté en el capítulo anterior fue de compras de última hora, playita y de embajadas... por aquello de habernos codeado con la Orden de Malta. Pero no llegué a adentrarme en lo que fue nuestra despedida de la isla, la última noche en Santo Tomé y Príncipe...



Esa noche, antes de salir de casa, estuvimos de tertulia con las chicas africanas que vivían con KB. Al vernos hacer las maletas estaban muy tristes y no se separaban de nosotras. Fue muy curioso ver que lo que para nosotras era basura para ellas eran bienes muy preciados, y cómo eran capaces de buscarle a todas esas cosas una utilidad: champús y cremas del sol prácticamente vacíos, zapatillas rotas y ropa de todo tipo hicieron de la tarde de las chicas un verdadero mercadillo... Era curioso cómo querían apoderarse de todo lo que nosotras íbamos dejando... 

Niña de Santo Antonio, en la Isla de Príncipe
Todos los amigos que habíamos ido haciendo por la isla debían estar muy ocupados, por lo que hicimos nuestra cena "romántica" a la luz de las velas en un restaurante dónde nos teníamos que gastar todas las dobras que nos quedaban (como imaginaréis, no fue precisamente un dramón...). Antes de llegar al restaurante tuvimos que dar la vuelta, porque yo, cabecita loca, me había dejado el monedero en casa. El taxista, muy amable, volvió a casa de nuevo y nos llevó otra vez al restaurante, por supuesto le compensamos pagándole un poquito más de lo que merecía.

He de confesar que a mí entre el taxi y la cena se me acabaron todos los fondos, pero mereció la pena comer el último pescado con banana frita en esta enigmática isla...

Era noche de despedidas, no solamente nos íbamos nosotras sino también algunos visitantes más, entre ellos el novio francés de una chica colombiana que trabaja en Santo Tomé, que casualmente venía con nosotros también en el avión cuando vinimos. A nosotros sólo nos despedía KB, que nos supo llevar a los mejores círculos.
Fuimos al bar de Pierre, el francés. Allí estaban todos los que se iban, ya que el vuelo salía muy temprano y había que estar en el aeropuerto tres horas antes por aquello del leve-leve, y porque aquí nunca se sabe si adelantan, atrasan o incluso suspenden el vuelo sin avisar a ningún pasajero.

Tres niños en una roça
En definitiva, teníamos que estar en el bar hasta aproximadamente las 4.00 de la mañana y luego ir a recoger maletas y llegar al aeropuerto a tiempo para hacer las colas interminables que suponíamos que habría. La chica colombiana, su novio francés, Inés, yo, y los agregados a "nuestra" despedida, estuvimos cantando, tocando la guitarra y bebiendo chupitos como locos. El camarero sacaba rondas de chupitos gratis, de una bebida muy fuerte que tenían que era de sabores diversos y que te perforaba un poquito el estómago (especialmente la que yo pedía que era de "malagueta", más comúnmente conocida como guindilla...) Pero era por una buena causa, ¡no podíamos dormirnos! ¡era nuestra última noche!

Pero chicos, "show must go on"... La fiesta terminó y teníamos que ir hacía el aeropuerto. Entre abrazos y despedidas, salimos tarde del bar. Nos metimos los cuatro en el coche de KB y fuimos a recoger maletas de casa en casa. Primero, pasamos por casa de la colombiana, dónde perdimos un poquito de tiempo, por lo que el estrés iba creciendo por momentos... Perder un vuelo en Santo Tomé no debe ser muy agradable, ¡más que nada por el precio de los billetes! 
Con las maletas de los chicos encima, continuamos el tour... Ahora nos tocaba a nosotras coger nuestras mochilas. Yo cogí todo rápidamente y salí hacia el coche pero Inés no encontraba su pasaporte... ¡caos total! Comenzó a deshacer la mochila completamente, desesperada por la hora y por el pánico momentáneo de no ver su pasaporte, cosa que no la dejaba pensar con claridad. El agobio crecía y llegó hasta a despertar a las chicas africanas...
Después de un caótico momento, el pasaporte apareció y pudimos continuar el camino hacia el aeropuerto, aunque la mochila de Inés al haberse deshecho entera, no estaba lista para embarcar.

Chica de la Roça de Sundy en la Isla de Príncipe
En este clima de tensión absoluta, sólo nosotras pudimos atraer una "tragedia" nueva... ¡El coche de KB se paró en mitad de la carretera! Imaginad el momento: Amaneciendo, Inés atacada de los nervios, la colombiana dormida, KB y el francés intentando arreglar el coche y yo... yo ni recuerdo mi estado. Seguramente tendría una risa nerviosa al ver la situación que por supuesto, no hacía gracia... ¡y resaca!

Afortunadamene, los taiwaneses son operativos. Aunque fuesen las 6 de la mañana, un amigo de KB vino a por nosotros y nos llevó al aeropuerto...

Un coche en las proximidades de Santo Tomé
Cuando llegamos, una cola inmensa nos estaba esperando, de esas que no avanzan jamás... Aguantamos el tipo, Inés terminó de rehacer su mochila y por fin llegamos al mostrador. Allí una señora nos comunicó que el sistema informático se le había estropeado y que no nos podía asignar asiento, que teníamos que llegar y sentarnos dónde pilláramos... Esto, desató la ira de algunos. Después de sufrir más y más colas, y controles de equipaje y de observar y debatir el porqué de que en cada puesto hubiese cinco personas y solamente trabajase una, descubrimos un pequeño detalle... ¡Nos habían dado mal los billetes! La señora super competente del mostrador de facturación se había confundido y nos había puesto los vuelos solamente hasta Lisboa, y no a Madrid (que era dónde teníamos que regresar sanas y salvas)... No dejo de pensar qué hubiese pasado si no nos dan correctamente el vuelo y llegamos a Lisboa, sin billete, con el vuelo retrasado y sin saber correctamente portugués... 

El vuelo no tuvo complicaciones y para cerrar del todo el viaje, llegamos con mucho retraso a Lisboa. Entre que hacíamos las colas interminables e intentábamos pasar el pasaporte por el sistema automático que, por supuesto, no lo detectaba... casi perdemos el vuelo. Tuvimos que convencer a la gente y a los policías de que nos dejasen pasar y echarnos una buena carrera... Una vez en la sala de embarque... ¡más espera!

La llegada a Barajas fue tranquila. Después de unas cuantas horas de viaje y cansadas, sólo nos quedaba llegar cada una a su respectivo hogar... Zaragoza y Córdoba. 

Este es el fin de nuestro periplo africano, pero no será el último. Mientras tanto, si queréis seguir disfrutando... ¡Aburrirse, no gracias!

3 comentarios:

Mari Loli dijo...

Como siempre muy bonito e interesante

Anónimo dijo...

Muchas gracias por compartir la experiencia!!!!
Me lo he leido y releido toooodo jeje Voy a ir con mi hija este marzo, esperamos disfrutar como vosotras!!!!

Anónimo dijo...

hola, menos mal que erais dos, yo me fui SOLO hace tres años una semana y quede con hambre de mas, no pude ir a isla principe, y lo de los retrasos fue peor, me quede en barajas toda la noche al perder la conexion para ir a asturias, por lo demas aventura total, animarse que sitios como este escasean

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